El deporte siempre ha sido sinónimo de pasión, sacrificio y gloria. Pero detrás de los aplausos y los trofeos, se esconde una sombra que parece imposible de erradicar: los amaños de partidos. En los últimos años, este fenómeno se ha extendido como un virus silencioso que infecta desde los estadios más humildes hasta los grandes escenarios del deporte mundial.
Las alarmas sonaron el tenis, con una investigación que involucra a dos jugadores del top 40 del ranking ATP. Pero este no es un caso aislado. Fórmula 1, fútbol, béisbol y cricket también tienen capítulos oscuros que evidencian que, cuando las apuestas y la codicia entran en juego, la integridad del deporte queda en jaque.
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Tenis: un deporte individual con un problema colectivo
El caso Basilashvili-Karatsev: cuando el talento no basta
Durante años, se creyó que los amaños afectaban sobre todo a jugadores de bajo perfil, aquellos que luchan por sobrevivir en los circuitos menores, lejos de los grandes premios y los focos mediáticos. Sin embargo, una reciente investigación periodística cambió esa percepción.
La cadena alemana ZDF tuvo acceso a documentos confidenciales de la Federación Internacional de Tenis (ITF) que implican al georgiano Nikoloz Basilashvili, al ruso Aslan Karatsev y a su exentrenador, el bielorruso Yahor Yatsyk, en un presunto fraude deportivo.
De acuerdo con el informe, Yatsyk habría ofrecido dinero a ambos jugadores para perder partidos en más de una ocasión. En el caso de Karatsev, se investigan al menos cinco encuentros sospechosos, con movimientos de apuestas inusualmente altos, entre ellos un doble en Finlandia 2019 y otro en Kazajistán 2020.
Lo más llamativo es que estos partidos ocurrieron antes del salto mediático del ruso, cuando alcanzó las semifinales del Abierto de Australia 2021. El escándalo demuestra que, incluso en el tenis de élite, el dinero puede tentar a quienes se sienten fuera del sistema o atrapados en la incertidumbre económica de un deporte donde solo los primeros ganan de verdad.
Fórmula 1: la trampa a alta velocidad
Singapur 2008: el accidente más caro de la historia
La Fórmula 1 también tiene su propio “partido amañado”. Ocurrió en el Gran Premio de Singapur 2008, cuando el brasileño Nelson Piquet Jr. estrelló deliberadamente su Renault contra el muro para provocar la salida del coche de seguridad.
El resultado fue un golpe de estrategia perfecto, o mejor dicho, perfectamente planeado. Justo después del accidente, su compañero Fernando Alonso realizó una parada prematura en boxes. Con la neutralización de la carrera, Alonso se colocó al frente del grupo y terminó ganando el Gran Premio.
Lo que parecía una coincidencia se destapó un año después, cuando Piquet Jr., ya fuera del equipo, confesó que el choque había sido intencional y que el plan fue orquestado por el jefe del equipo, Flavio Briatore, y el ingeniero Pat Symonds.
Ambos tienen sanciones de por vida por la Federación Internacional de Automovilismo (FIA), aunque las sanciones se redujeron más tarde. El episodio quedó en la historia como “Crashgate”, y desde entonces marcó un antes y un después en la ética del automovilismo.
Fútbol: el juego más popular, también el más vulnerable
España y el caso Osasuna: la caída de un histórico
A comienzos de 2015, la Liga de Fútbol Profesional de España (LFP) encargó una investigación sobre posibles acuerdos ilegales durante la temporada 2013-2014. El resultado fue explosivo: se descubrió que el Osasuna había pagado más de 2,4 millones de euros a jugadores del Espanyol, Betis y Valladolid para manipular resultados y evitar su descenso.
El entonces presidente del club, Miguel Archanco, terminó en prisión, mientras el caso destapaba una red de facturas falsas y transferencias hacia paraísos fiscales. Era la confirmación de algo que los aficionados sospechaban: que el fútbol, incluso en su cuna más prestigiosa, no estaba libre del juego sucio.
Italia 2006: el “Calciopoli” que sacudió a la Serie A
Si hay un país donde el fútbol se vive con devoción, ese es Italia. Pero en 2006, esa pasión se transformó en vergüenza. La policía descubrió que dirigentes de grandes clubes, entre ellos Juventus, Milan, Fiorentina y Lazio habían manipulado el nombramiento de árbitros para favorecerse en ciertos partidos.
Las sanciones fueron ejemplares: la Juventus fue despojada de dos títulos de la Serie A y descendida a la Serie B, mientras que los demás equipos sufrieron quitas de puntos y multas millonarias. El escándalo, conocido como “Calciopoli”, no solo dañó la reputación del calcio, sino que sembró una duda que aún persiste: ¿cuántos títulos se ganaron realmente en el campo?
Inglaterra 1994: el arquero que vendió su honor
El inglés Bruce Grobbelaar, mítico portero del Liverpool en los años 80, fue acusado junto a otros futbolistas de aceptar sobornos para dejar entrar goles intencionalmente. Aunque nunca fue condenado por falta de pruebas, un tribunal sentenció que había actuado de forma “indecente y deshonesta”, dañando la integridad del fútbol inglés.
Fue uno de los primeros escándalos en la Premier League, y marcó el inicio de una era donde las apuestas deportivas comenzaban a expandirse sin control.
Béisbol: el escándalo que cambió la historia
En 1919, mucho antes de que existieran los casinos online, el béisbol estadounidense vivió su traición más famosa. Ocho jugadores de los Medias Blancas de Chicago fueron acusados de perder intencionalmente la Serie Mundial contra los Rojos de Cincinnati a cambio de dinero de apostadores.
El caso pasó a la historia como el “Escándalo de las Medias Negras”, y aunque los implicados fueron absueltos en los tribunales, el comisionado de las Grandes Ligas los expulsó de por vida. Entre ellos estaba “Shoeless” Joe Jackson, uno de los mejores bateadores de su época, cuya culpabilidad aún divide opiniones.
Cricket: el deporte de caballeros bajo sospecha
El cricket, con su aura de elegancia británica, también cayó en la red del fraude. Su estructura es especialmente vulnerable: un solo partido ofrece 240 bolas, y cada una representa una oportunidad para apostar.
En 2010, tres jugadores pakistaníes, Mohammad Amir, Salman Butt y Mohammad Asif fueron arrestados por aceptar dinero para ejecutar acciones específicas durante los juegos. El caso causó conmoción mundial, especialmente en Asia, donde el cricket es casi una religión.
Tres años más tarde, otro escándalo sacudió la Premier League india. El jugador Ajit Chandila fue sancionado de por vida por manipular resultados. Las consecuencias fueron inmediatas: la audiencia televisiva cayó un 14%, y Pepsi, su principal patrocinador, rompió el contrato.
La raíz del problema: dinero, apuestas y desigualdad
¿Por qué el amaño de partidos persiste pese a las sanciones y la exposición mediática?
En primer lugar, las apuestas deportivas se han convertido en una industria multimillonaria que crece sin control. Las plataformas digitales permiten apostar desde cualquier parte del mundo, en cualquier categoría y en tiempo real. Esta globalización del juego crea un terreno fértil para los manipuladores, que pueden influir incluso en partidos menores donde el control es mínimo.
Además, la desigualdad económica entre los deportistas es un factor clave. En el tenis, por ejemplo, solo los primeros 100 del ranking pueden vivir cómodamente de la competencia. En el fútbol de divisiones inferiores, los salarios a menudo no alcanzan para sostener una carrera. Ademas, ese contexto, las tentaciones aparecen disfrazadas de “ayudas” o “oportunidades”.
Por último, está el componente humano: la ambición. Incluso en las ligas más ricas, algunos jugadores sucumben al deseo de ganar dinero fácil o asegurar su futuro financiero. Todo esto, sin medir el daño que causan a la credibilidad del deporte.
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